LIBERACIóN DE TORTUGAS, UN PLAN ECOTURíSTICO DE CONSERVACIóN QUE COGE FUERZA EN COLOMBIA: ¿DóNDE LO PUEDE HACER?

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Liberación de tortugas, un plan ecoturístico de conservación que coge fuerza en Colombia: ¿dónde lo puede hacer?

Tanto el océano Pacífico como el Caribe albergan cinco de las siete especies de tortugas marinas registradas en el mundo.

Angie Tatiana Rodriguez Bernal

Se estima que las tortugas marinas alcanzan su madurez sexual entre los 10 y 30 años, dependiendo de la especie. En esta fase, las hembras migran cientos de kilómetros cada año para poner sus huevos en las mismas playas en las que nacieron -fenómeno conocido como filopatría-. Algunos estudios explican que esta capacidad se debe a que las tortugas detectan el campo magnético de la Tierra, lo que les permite navegar con precisión a lo largo de grandes distancias.

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“Cuando las tortugas nacen, capturan información magnética de la Tierra que les sirve como un gps natural, marcando el lugar de su nacimiento. Quince años después, regresan a esa misma playa, guiadas por este sentido interno, ya que la asocian con seguridad y la consideran el lugar ideal para poner sus huevos”, explica César Isaza, gerente del ecolodge El Almejal en Bahía Solano.

Durante la época de reproducción, las hembras se mantienen en el agua cerca de la playa donde ponen sus huevos. En una sola temporada, pueden realizar entre dos y siete nidadas, cada una con una cantidad que varía entre 65 y 180 huevos.

Las tortugas no tienen vínculo parental. Es decir que, una vez que la hembra completa el nido y deja los huevos en la arena, no regresa. Los neonatos, al valerse por sí mismos y buscar el agua tan pronto como eclosionan y emergen a la superficie, se vuelven vulnerables a los depredadores, lo que aumenta su riesgo en esta etapa de su vida.

En peligro de extinción

Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, los océanos de Colombia, tanto el Pacífico como el Caribe, albergan cinco de las siete especies de tortugas marinas registradas: verde, caguama, carey, laúd y golfina. De estas, seis están en peligro de extinción. Las principales amenazas incluyen la captura accidental durante la pesca, así como la caza furtiva por sus huevos, carne, piel y caparazón.

Tanto en invierno como en verano, las tortugas marinas llegan a las playas continentales e insulares de las costas del Caribe y el Pacífico. Según Oriana Serrano, jefa de reservas naturales de la Fundación Natura, en el Pacífico colombiano están las principales playas de anidación para estos animales. “Existen 53 playas propicias para cuatro especies de tortugas marinas que están en peligro de extinción: la Baula (Dermochelys coriácea), la Verde del Pacífico (Chelonia mydas agassizii), la Carey (Eretmochelys imbricata) y la Caguama (Lepidochelys olivácea)”, destaca.

Debido a los numerosos riesgos a los que se enfrentan, varias comunidades en Colombia han desarrollado proyectos de conservación, asesorados por biólogos. Carmen Castro, quien ha trabajado en la protección de tortugas marinas durante 16 años en Bahía Solano, Chocó, explica a EL TIEMPO que las iniciativas locales enfocadas en la protección de estos animales surgieron porque hace muchos años en la región se consumían carne y huevos de tortuga.

“Cuando comenzamos, nos llamó la atención el alto grado de depredación de tortugas, porque las encontrábamos muertas en las playas. Así que nos reunimos para empezar a proteger a las tortugas que desovan acá, en Bahía Solano, pero no fue fácil. Aunque hemos avanzado mucho, todavía hay personas que siguen vendiendo y consumiendo sus huevos”, afirma Castro.

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Turismo y conservación

Las iniciativas de turismo sostenible han sido fundamentales en la protección de las tortugas marinas. De acuerdo con Serrano, la liberación de tortugas es un proceso que se ha realizado desde hace años con las comunidades locales del corregimiento de El Valle, en el municipio de Bahía Solano, donde está la Reserva Biológica Estación Septiembre de Fundación Natura, una de las principales playas de anidación.

“El resguardo de huevos en vivarios, realizado por las comunidades, no solo busca su posterior liberación, sino también fomentar nuevas opciones de comercialización sostenible. Cabe resaltar que es una iniciativa realizada por las mismas comunidades y desde Fundación Natura y otras organizaciones buscamos apoyar los procesos con conocimientos técnicos y fortalecimiento de capacidades”, agrega Serrano.

Según Castro, Bahía Solano tiene dos playas ideales para el avistamiento y la liberación de tortugas marinas: Playa Cuevita, que se extiende por aproximadamente nueve kilómetros, y Playa El Almejal, de alrededor de tres kilómetros. Castro, además, señala que, debido a la extensión de Playa Cuevita, el desove en esta área es significativamente más alto.

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) también está trabajando para desarrollar medios de vida alternativos, de modo que las poblaciones locales no dependan de productos relacionados con las tortugas para obtener ingresos, sino que se involucren en actividades de patrullaje en las playas de anidación.

César Isaza, gerente del ecolodge El Almejal en Bahía Solano, explica que en estas iniciativas de conservación intervienen tres actores: la tortuga, la comunidad y el turista.

“Desarrollamos dos actividades. Por un lado, está la liberación de tortugas, que consiste en participar en la caminata inaugural de las tortugas recién nacidas. El segundo producto es el patrullaje nocturno, donde buscamos a las tortugas hembra que están poniendo los huevos”, dice.

Es importante que, durante el patrullaje nocturno, se utilicen linternas rojas para no molestar a la tortuga que está anidando. Esta medida ayuda a minimizar el estrés en los animales y a mantener un ambiente tranquilo.

Isaza menciona que El Almejal colabora con un grupo local que busca los huevos por la noche y los traslada para evitar la depredación humana y de perros. Luego, 60 días más tarde los liberan junto a los huéspedes del hotel. Según él, este lugar ha estado realizando estas actividades durante más de dos décadas, habiendo liberado a más de 140.000 neonatos en el mar.

Lo que debe tener en cuenta

Serrano señala que, aunque el objetivo inicial de estas actividades era la conservación de la especie, algunos lugares ahora priorizan la experiencia turística para realizar avistamientos y participar en los procesos, lo que puede descuidar la implementación de alternativas de turismo sostenible y las buenas prácticas en el manejo de los huevos y su liberación. Esto puede convertirse en una nueva amenaza para las tortugas marinas.

Para realizar este tipo de actividades enfocadas en la conservación y protección de las tortugas marinas, es fundamental que los viajeros sigan algunas recomendaciones de los expertos.

La jefa de reservas naturales de la Fundación Natura resalta la importancia de que quienes participen en este tipo de actividades comprendan que los neonatos no se deben manipular directamente y que es esencial mantener una distancia prudente durante su liberación.

Asimismo, las jornadas de liberación se deben realizar en horas adecuadas y los recipientes donde se encuentran los tortuguillos deben cumplir con condiciones sanitarias apropiadas.

Serrano concluye: “el turista debe asumir que también tiene una responsabilidad a la hora de realizar estas actividades. Solicitar buenas prácticas es clave para la conservación de estas especies”.

ANGIE RODRÍGUEZ - REDACCIÓN VIAJAR

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Angie Tatiana Rodriguez Bernal

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